El destino de la joven Mélissa se forjó cuando perdió el cheque para pagarse las clases de piano. Aprendió la música de forma autodidacta. Afortunadamente, su madre escuchaba canciones de autor y jazz haitiano, y su padre, músico en su tiempo libre, tuvo la buena idea de ofrecerle una guitarra cuando cumplió 13 años.

Mélissa Laveaux nació en Montreal en 1985 de padres haitianos recientemente inmigrados. Creció en Ottawa, Ontario, en un universo mayoritariamente anglófono, y tuvo que integrarse a este nuevo entorno, aunque no se olvidó de sus orígenes criollos y francófonos.

En el cruce de estas múltiples identidades, Mélissa se dio cuenta muy pronto del desfase que había entre ella y los demás. ¡La chica destaca! Su creatividad adolescente encontró refugio en la música, y se pasaba el tiempo preparando mixtapes de canciones en la radio.

Descubrió así el folk independiente canadiense (Joni Mitchell, Feist) el trip hop británico (Martina Topley-Bird), la música brasileña alternativa (Adriana Calcanhotto, Os Mutantes), las estrellas del hip hop y del nu-soul (Erikah Badu, Common, The Roots, The Fugees…), las grandes voces de la tradición afro-americana (Billie Holiday, Nina Simone, Aretha Franklin) y las estrellas lejanas de la World Music (Rokia Traoré, Lhasa…).

Barajando todas estas influencias en una mezcla de ingenuidad y de instinto, trabajando a diario con su guitarra, Mélissa pronto se inventa un estilo de acompañamiento personal, muy rítmico, y escribe sus primeros textos y compone sus primeras canciones. De allí sale este songwriting decididamente contemporáneo, que integra todos sus referentes, no de una forma militante, sino escogiendo una vía más intimista y confidencial: la aventura de una palabra libre.

Pero la música no lo es todo. Como sus hermanos, desea estudiar, con el objetivo de trabajar en el ámbito social, sintiendo al mismo tiempo una inquietud de expresión artística. “El uno no va sin el otro. Necesito música para vivir y necesito vivir para inspirar mi música” , afirma con determinación. Así, se licencia en Ética y Sociedad en la universidad de Ottawa.

En paralelo, participa en las “open mic”, veladas organizadas desde el pub del campus. Un joven percusionista, Rob Reid, percibe su talento y la anima a continuar. Durante la semana sigue las clases, y los fines de semana recorre Canadá con Rob para tocar en los clubs. A sus 21 años autoproduce un álbum que difunde en Myspace. A principios del 2007 el label No Format! Se encuentra con ella en Montréal y la ficha rápidamente. El mismo año obtiene la beca Lagardère Jóvenes Talentos. Inmediatamente después graba su verdadero primer álbum, “ Camphor & Copper ”, construido sobre las bases del álbum autoproducido dos años antes.

Salvo un par de versiones fantásticas (“Needle in the hay” de Elliott Smith y “I wanna be evil” de Eartha Kitt), que son más o menos los pilares imaginarios de su universo musical , el repertorio de este disco está totalmente compuesto por obras originales, impresionantes por esa mezcla entre madurez y frescura que sólo está al alcance de los más grandes. En este álbum, Mélissa libera de repente toda la energía creadora acumulada a lo largo de estos años de aprendizaje, y encuentra la tonalidad precisa desde el principio. Los arreglos minimalistas realzan todavía más la energía y el impacto poético de sus letras. Su voz se despliega, majestuosa y frágil, profunda, sensual y deliciosamente juvenil, como trabajada por el trilinguïsmo que marca su vida: la fluidez rítmica de la lengua inglesa, la síncope indolente del criollo, y la sofisticación del francés.

Sin ninguna duda, con este disco esta joven canadiense de origen haitiano de 24 años hace una espectacular entrada en el pequeño círculo de los cantautores más prometedores de nuestra época.

Fuente: www.myspace.com/melissalaveaux
Traducción: www.bamwam.com

3 Comentarios

Omar García Márquez ha dicho que…
Debo confesar que no había incursionado en este blog en particular y la verdad es para que edites un libro. Ya es tiempo que lo femenino irrumpa con mayor fuerza y no me refiero a lo feminista que es solo una imitación al accionar masculino. Lo femenino es una fuerza que tiene una tremenda inteligencia, una fuerza maravillosa un poder intuitivo no igualado en lo masculino es lo que le hace falta a nuestro mundo y lentamente va incursionando y ganando espacios. A nuestra presidenta Michelle Bachelet al principio de su gobierno la criticaban porque no se ponía los pantalones, que absurdo, y ahora próxima a culminar su periodo ha dado clases de buena política desde lo femenino con una firmeza impecable, absolutamente democrática con un apoyo ciudadano de mas del 70%, en fin una mujer notable. Tiene que haber más mujeres en todos las instancias de la sociedad, solo así el mundo descansará de los temores de las guerras y las desigualdades. Y el hombre debiera tener una suerte de cuarentena psicológica para lograr despertar de su largo sueño de arrogancias múltiples de ilusorio poder ilimitado.
Omar García Márquez ha dicho que…
Los siento me inspiré y no te dijo lo más importante; tu página y tu trabajo de investigación es excelente y sencillamente maravilloso e insisto debes comenzar a trabajar un libro al respecto. Aquí hay muy buen material.

Te felicito...
Mar Norlander ha dicho que…
Muchas gracias Omar. Me parece muy buena tu reflexión sobre lo femenino y lo masculino. No conozco mucho de la trayectoria de Michelle Bachelet ya que nos llegan escasas noticias de tu país, pero aquí en Europa tenemos otro claro ejemplo de saber hacer muy bien el trabajo desde un punto de vista femenino y me refiero a Angela Merkel, una mujer con mucho carácter que ha sacado a su país, Alemania, de una crisis mundial en la cual el resto estamos sumergidos y aún no se ven atisbos de reflote.
Gracias por los piropos hacia mi blog. De momento lo hago por pura satisfación personal, quizá algún día me decida a aparcar alguna de mis otras ocupaciones y me ponga a escribir. No lo descarto, pero por ahora es un placer y me alegra saber que a otros les gusta.
Un saludo desde España
Mar